CELIA GALLEGO
Para beber café recién hecho debes escoger un buen libro. Debes saber que no sabe igual si mientras lees el periódico del dÃa. Informarte y conocer. Hay muchas personas que no saben beber café. EstanterÃas llenas de decoración, marcos y álbumes cogiendo polvo. Probablemente una edición de El Quijote de sus padres y algún libro de estanterÃa que combine perfectamente con sus muebles de diseño.
Un buen café está provisto de crÃtica, opinión y conocimiento. Podrás echar más o menos azúcar, pero nunca faltarán estos tres factores esenciales. Leer, conocer, investigar; crear una nueva visión más crÃtica del mundo y alimentar esa sed de conocimiento escondida en algún lugar de nuestra cabeza.
El café tiene otro gusto cuando mientras lo tomas, miras atentamente tu estanterÃa y la observas repleta de libros. Conocimiento y sabidurÃa adquiridos gracias a horas de lectura y autores que nos ceden un trozo de alma a través de palabras impresas con un cierto aroma que pocos saben definir. El aroma de los libros viejos, del pegamento de las páginas, del encuadernado de las tapas duras de las ediciones antiguas. Libros heredados de abuelos, padres. Libros con mensajes ocultos, la visión y la opinión del autor.
El aroma de un buen libro se entremezcla con el de un café recién hecho mientras humea. Lo mismo pasa con los periódicos, el olor a la tinta recién salida de la rotativa. Conocer también es leer la actualidad, los sucesos, los reportajes y las columnas de opinión. Empaparte de lo que ocurre en el mundo y forjar tu propia opinión. No ser un objeto de estudio de Cantril y ser la excepción que confirme su regla.
El café recién hecho no sabe igual cuando aprendes.